sábado, 19 de julio de 2008

UN VIAJE ARRIESGADO



El viaje al interior de si mismo es realmente arriesgado. No es un viaje fácil. Prueba de ello es que muy pocos lo emprenden. La mayoría de la humanidad no se atreve a llegar hasta el fondo de este viaje al interior de uno mismo. Los riesgos que bloquean tu decisión de caminar hacia ti son, tal vez, encontrarte con alguien que no te gusta, con un desconocido, con zonas oscuras e inexploradas de ti mismo.

Este camino no se puede hacer sin atravesar una zona difícil en la que el dolor esta presente como parte de nosotros mismos. No se puede dar a Luz una nueva conciencia de uno mismo, un nuevo auto concepto, sin dolor. Nos sorprenderá también el gozo de encontrarnos, de ser unificadamente, pero las crisis de crecimiento que supone este camino interior pasan, frecuentemente, por el dolor de dar a Luz.

Este viaje es tan arriesgado por ello solemos mas fácilmente viajar hacia fuera, hacia los otros, hacia metas ilusorias, incluso hacia utopías. Corremos el peligro de despistarnos para evitar los riesgos del viaje, de buscarnos donde no estamos. Esto me recuerda aquel cuento oriental del hombre que buscaba en la plaza bajo la luz de una farola una moneda perdida. Cuando alguien se ofreció a ayudarle en su búsqueda, le pregunto si realmente la había perdido allí. El buscador contesto tranquilamente: “No, la perdí en mi casa, pero como aquí hay mas luz…”. Esto nos ocurre frecuentemente, nos buscamos donde no estamos y, por lo tanto, donde no podemos encontrarnos. En muchos de los lugares culturales donde nos reunimos para saber quienes somos no podemos encontrarnos, por que no estamos allí; solo esta nuestro cuerpo, algunos sentimientos, alguna emoción, algún gesto sin sujeto conocido.

UN VIAJE INTEGRADOR

El viaje al interior de uno mismo debe ser un viaje integrador. Mas allá de las dicotomías cuerpo-alma, mente-espíritu, el camino hacia nosotros mismos debe acarrear todo lo que realmente somos y nos debe permitir encontrar nuestra verdad y nuestra vocación de seres humanos.

¿Dónde esta tu mente mientras tu cuerpo esta aquí?... pregunta interesante y reveladora de tanta desintegración personal. Tu cuerpo camina; ¿Dónde esta tu mente?, ¿por donde y hacia donde camina tu mente?

El camino hacia uno mismo será un lugar de encuentro, si de una manera armónica e integrada se reúnen en sus pasos todas las dimensiones de tu persona: cuerpo, mente, corazón, espíritu. Tu cuerpo es el lugar de encuentro de esas dimensiones, es la carne de tu existencia, la civilización de tu ser.

Muchas veces confundimos el camino interior con el “dentro” de uno mismo. El dentro no existe sin un fuera, sin una relación tensionante fecunda. Para que el camino constituya un viaje integrador tienes que hacerlo “de dentro a fuera y de fuera a dentro”. Ahí se constituye tu persona y tu vida. Si solo vives fuera nunca sabrás quien eres; si solo vives dentro lo sabrás erróneamente. Para que el camino sea autentico es preciso armonizar dialogando: percepción-vivencia, objetividad-subjetividad. Tú fuera y tú dentro serán los dos pies que te permitirán hacer camino hacia ti mismo.

El camino puede ser insano o sano. Será un camino insano cuando al adentrar en ti mismo te apartas de la realidad, te olvidas del fuera, eliges como guía zonas erróneas o incluso patológicas de ti mismo. El camino será sano cuando integras, unificas, vas y vienes de fuera a dentro y de dentro a fuera y cuando te guía lo más sano de tu persona. Integrar e integrarte en el camino, es conectar fluidamente la cabeza, el corazón y espíritu. Es hacer que tus entrañas y tus pies caminen humildemente con tu Dios.

.. Una milla caminan dos

Akatzin

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