Sin embargo, la Navidad también nos sugiere empatía, es decir, la capacidad de ponernos en el lugar del otro si todavía no hemos anestesiado nuestros sentimientos con valores e intereses materialistas y competitivos, llegando al punto de no importarnos ya la vida de los demás y pasando a “querer” al otro por “lo que tiene”, por lo que “me puede dar” –fama, dinero, posesiones, títulos…- y no por lo que es. Pero mucho más triste es que la empatía y el amor solidario falte, precisamente, donde por definición y por proximidad debería darse: mi familia, mis amigos más cercanos, mis colegas y compañeros de trabajo o mis vecinos.
Deseamos, por tanto, que en estos momentos donde muchas personas y sus familias están pasando apuros económicos, escasez y falta de oportunidades para seguir adelante, seamos capaces de sentir esa empatía y ayudar, en la medida de lo posible, aunque sea con un abrazo, transmitiendo un “estoy aquí, contigo, y te siento”. Muchas veces, solamente una palabra o un gesto pueden cambiar la vida de uno. Más que nunca, esta Navidad nos da una oportunidad para practicar la auténtica Espiritualidad.
Les deseo una Feliz Navidad !
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