Queridos amigos:
Lean, por favor, este poema de Ámbar Past (*), que me acaban de enviar
y deseo compartir con todos ustedes. Disfrútenlo y, si pueden, difúndanlo
entre sus amigos. No habla de política, ni de la revolución, pero está dedicado
a toda esa humanidad que somos, aunque algunos quizás no se den por aludidos.
Me ha dejado casi sin aliento. Seamos cómplices de un llanto digno y sincero.
DEDICATORIAS
Dedico este poema a los hombres que nunca
se acostaron conmigo a los hijos que no tuve a los poemas que nadie escribió... Dedico este poema a las madres que no amaron a sus hijos A las que murieron en hoteles sin que nadie las acompañara
Lo dedico al autor
de las pintas en los muros
Al hombre y a la mujer
Al torturado anónimo
Al que nunca dijo ni su nombre
Dedico este poema a los que gritan de dolor
y también a las parturientas
A los que gritan en la terminal de autobuses
en los portales del mercado
Lo dedico a los suicidas
A los poetas
que viven olvidados en alguna antología
Al que lava cadáveres
A las mujeres que se acuestan con todos
A los que siempre duermen solos
Dedico este poema a las
comadres y a los compadres
que hacen el amor y se convierten en piedra
A los que se bañan con jícara
en Viernes Santo y se vuelven peces
Al hombre que quiso ser zopilote
y a los que sueñan que pueden volar
Dedico este poema
al Señor de la Noche Estrellada
A la Guacamaya de Fuego
Al Llanto de las Moscas
A la Lluvia Verde
Al que Guarda la Miel
A la Hermandad de los
Hermanos Menores
Al de la Máscara que Llora
Al Rugoso Caracol de Tierra
Al Vertedor de los Cuatro Rincones
A los Juntadores de Corteza para
Preparar el Vino Ceremonial.
Lo dedico al que toca la flauta y el tambor
cuando van a lavar
[los paños en el ojo de agua
A la que chapotea en las cascadas
y se moja el pelo con agua de lirios
A la que da el pecho a su hijo en el cañaveral
A los que buscan el arco iris
en el aceite de los charcos
A los remeros que inventan
el canto con sus brazos
A los que lavan el nixtamal bajo la lluvia
A las que acarrean el agua en cántaros
y caminan por la carretera
A la niña viendo luciérnagas
A la niña con el candil en la mano
A los chamacos que saltan
con el rastrojo en llamas
A los que corren sobre el fuego
entierran a sus muertos en la cocina
y cantan entre los escombros
Al que engaña a su muerte
en las camas de los moribundos
Al que baja de los cerros
para no quemarse con las estrellas
Al que agarra la mano de la muerte
y baila con ella
A las que tienen muchas nueras
y cargan iguanas en sus cabezas
A los colochos que venden nieve
en tierra caliente
A los camaroneros divisando
el cometa de madrugada
Al que arremanga su camisa
y pide un hacha
A la que vende tamal de bola,
de mumu y chipilln
A los que cortan elote tierno
para comerlo crudo
y amarran la pata del perro que roba pollo
A los que hacen las maracas
y matan por amor
A los que se avientan al hoyo
en el entierro de un amigo
Al poeta que no puede bajar
del techo por estar tan enamorado
Al que hace lo que puede
Dedico este poema a los que no frecuentan cafés
ni piscinas ni saben hablar por teléfono
A los que no entran en los bancos
ni salen en la tele
A las de la primaria vespertina
que reciben declaraciones de amor
con faltas de ortografía
A los poetas que nunca empiezan a escribir
A los meseros que tragan su dignidad
A las viejas que lavan ajeno
A las que no se atreven a opinar
ni a levantar la voz
A las que no pueden estar felices
sin el consentimiento del macho
A los que se tiran al suelo y tragan
su lengua entre la multitud
A las que duermen con sus delantales puestos
y piensan en el quehacer mientras
sus maridos eyaculan prematuramente
A las que se levantan a oscuras
en galeras de palma
A las que tortean en jacales
A la que se quemó su pelo
y manchó de tizne su falda
A los que asolean chilacayotes en su tejado
y no tienen sillones
A los que arrullan a sus hijos en tzotzil
y traen mugre bajo las uñas
A los pepenadores
A los que chaporrean
A los que siembran nopales
y comen tortilla con sal
Al sereno que también trabaja de día
A la de la chancla rota que tiende
cien camas cada mañana
Al viejo sin dientes que merca chicle en la playa
A los que viajan parados a la tierra del cacao
A las que traen las caras negras
y la cicatriz del llanto en su sordera
Dedico este poema al hombre encadenado
A los niños golpeados
A los hijos de alcohólicos
A las que cuidan a las criaturas de otros
y ven a las suyas cada quincena
A la que trapea en el colegio
y no sabe firmar su nombre
A las que comen en la mesa del hospicio
A los tullidos que se acurrucan
junto al horno en alguna panadería
A los que atienden los baños públicos
y barren las calles al amanecer
A las que bailan en cabaretes
y están hartas
Dedico este poema al amasador
de adobes que muere en la casa
que construyé para otro
Al poeta en su velorio con la boca
cerrada para siempre
A los que se escaparon de noche cuando el
volcán sepultó su iglesia
A los vecinos que ya enterraron a sus hijos
uno tras otro como los años que pasan
A los que han tenido que vender a sus hijos
su sangre y su sexo
A los que nada tienen que perder
Dedico este poema a los peones acasillados que invaden las tierras del patrón A los que cavan túneles debajo del dinero A los que prenden lumbre al ingenio A los que no echan sombra y sin luna contemplan los puentes A los niños de trece años que se alzan a la guerrilla y conocen mujer por primera vez en la montaña Para los dos heridos Para Las Pelonas Al tacuazín de Olga A los chuchos apaleados A niños que nacen en países donde la verdad está prohibida por ley A los que han adoptado otro nombre y llevan años sin saludar a la familia A los que nunca durmieron en la misma cama y comparten la fosa común Dedico este poema a la madre que busca a su hijo en el anfiteatro entre otros poemas decapitados A la que no puede decir cuál cadáver es el suyo y se despide de cada uno con un abrazo.
(*)Ámbar Past nace en Estados Unidos en 1949 y se naturaliza
mexicana en 1985. Ha pasado la mitad de su vida en Chiapas,
principalmente en las zonas rurales de Los Altos. Sus primeros
libros fueron escritos en tzotzil: Sloíil jchiltaktik y Bon.
En español ha publicado Yayamé, 1982, Mar inclinada,
1986, Nocturno para leñateros, 1989, The Sea on Its Side,
1992, y Caracol de tierra, 1994, Dedicatorias, 2003, y un
cuento infantil, El bosque de colores, 1992.
Durante 30 años trabajó en la recopilación y traducción de
cantos rituales de mujeres tzotziles que aparecen
en los libros bilingües Conjuros y ebriedades, 1998,
Incantations By Mayan Women, 2004, y Disco de
los conjuros, 2004.
Ámbar Past ha trabajado como maestra de tintes naturales
y es fundadora de la editorial indígena Taller Leñateros
y directora de la revista de arte y literatura La Jícara.
Video Incantantions: Maruch Mendez y Ambar Past
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