Algunas personas adoptan filosofías ajenas a su propia cultura e incluso, cambian de religión. Como quienes se convierten al Budismo (por mencionar alguna), pues en ella encuentran aspectos que les es más fácil digerir, a diferencia de otras religiones que exigen creer en dogmas de fe, o en un infierno para los malos y un cielo para los buenos y ésta, es la primera “etiqueta” que se le cuelga a un ser humano.
Otros, buscan las respuestas en libros, talleres, cursos y hasta en el Internet. Unos más, practican todo tipo de rituales esotéricos o bien, siguen a maestros o gurús, consultan el tarot, el péndulo, el horóscopo, etc. En su “búsqueda” hacen uso de todo lo que se oferta en el impresionante “mercado espiritual” que existe hoy en día en todo el Planeta.
Esto está bien, todo ayuda, sin embargo, sigue faltando “algo”.
Hace unos días, leía a alguien que afirmaba haber descubierto (¡por fin!) que es un Índigo. Su descubrimiento lo basaba en un “test” que encontró en Internet y que al responderlo (después de más de 54 años de habitar en este Planeta) supo que es Índigo porque “encajaba” en todos los conceptos que manejaba dicho test.
Aquí es importante considerar lo siguiente: si utilizamos el “buscador” más famoso en el Internet encontraremos: About 18,200,000 results (0.12 seconds) sitios web que ofrecen “test Índigo” y sobre el tema Índigo en general aparecen: About 125,000,000 results (0.14 seconds).
¡Wow!... ¡ardua tarea!… ¿no creen?... y la cuestión es: ¿Cómo saber a cuál de estos millones de sitios le confiamos nuestra identidad y el significado de nuestra existencia? ¿Cómo saber cuál de estos sitios nos ofrece información confiable sobre nuestra misión en la vida? ¿Cómo encontrar el verdadero sentido de nuestra existencia entre la información que nos ofrecen tantos millones y millones de sitios en el Internet.
¡Está difícil!... digo, porque si en todos los años que hemos vivido en este Planeta no lo hemos descubierto, ¿por qué pensar que en menos de veinte segundos y gracias a un sitio web vamos a descubrirlo?
Sí, claro, está bien utilizar el Internet, seguramente hay información valiosa que nos puede ayudar sobre los temas más significativos del ser humano. Es probable también, que dentro del mercado espiritual haya “facilitadores” que nos permitan conectarnos con nuestro Yo Superior Interno. Lo alarmante es que al igual que esta persona que asumió que es un Índigo gracias a un test, muchos crean que las respuestas para encontrar el significado de la vida, qué hacemos aquí, para qué fuimos creados o cual es nuestra misión, se encuentran en unos cuantos segundos en algún sitio de la Red. Si fuera así, nuestro Mundo sería muy diferente porque habría más gente “consciente”, vibrando en el amor incondicional, viviendo en paz y armonía con el resto del Universo.
Si fuera así, yo pregunto: ¿qué pasaría con aquellas personas que no tienen acceso al Internet o a un libro o a un maestro o gurú, o no tienen dinero para pagar la lectura del tarot o el costoso curso que ofrece la iluminación en tres horas? ¿Qué pasaría con todos ellos? ¿Jamás despertarían a la conciencia? ¿Jamás evolucionarían como espíritu? ¿Jamás encontrarían el significado de su vida o cumplirían su misión?
Afortunadamente, hay unos pocos (comparados con los miles de millones de seres humanos que habitamos la Tierra) que están despertando a la conciencia de lo que verdaderamente son. Unos cuantos, que de acuerdo a su trabajo espiritual, son guiados por el sendero de vuelta a casa. Estas personas son todos aquellos que han abierto sus canales de energía para recibir la información correcta, que les permita captar los mensajes que vienen de los guías y protectores espirituales, empezando por su Yo Superior Interno. Son quienes por si nivel de conciencia, mantienen un dialogo permanente con Él, y esto, les ayuda a vivir de acuerdo a su esencia, sin la necesidad de acudir a las ofertas del mercado espiritual, porque dentro de ellos, saben para qué están aquí e intuyen el significado de su vida.
Es evidente que algo estamos haciendo mal. Muchos estamos buscando afuera, cuando todo, absolutamente todo lo que necesitamos para evolucionar como almas, para andar nuestro camino espiritual y vivir nuestra experiencia humana, está en nuestro interior. Dentro de cada uno de nosotros está el significado de la vida y lo que debemos hacer para cumplir nuestra misión en nuestro paso por esta Tierra.
Hay personas que dicen sentir que tienen una “misión” y que ignoran cual es.
¡Claro!... todos, absolutamente todos los seres que habitamos este Planeta tenemos una misión que cumplir. Las plantas, los animales, las aves, los peces, los minerales, los seres humanos… todos la tenemos y la estamos cumpliendo. ¿Cómo?... siendo lo que somos y haciendo lo que venimos a hacer.
Lo que sucede es que muchas personas, en nuestro ego, creemos que nuestra misión es salvar a la humanidad o hacer cosas espectaculares, como un superhéroe. No, no es así. Nuestra propia existencia por sí misma, es nuestra misión. Hacer lo que venimos a hacer con los dones que nos dio el Creador. Librarnos del ego y de los apegos. Amar incondicionalmente todo lo que nos rodea. Recordar que somos seres divinos y que venimos a esta Tierra como humanos porque nos falta aprobar algunas asignaturas. Vivir en equilibrio nuestro lado humano y nuestro lado divino, ese es el secreto para encontrar el significado de nuestra vida.
Ser y Hacer, ese es el punto.
“Ser” lo que verdaderamente somos: un espíritu viviendo una experiencia humana y no al revés.
“Hacer” lo que venimos a hacer: vivir el amor incondicional, evolucionar como almas, alcanzar la iluminación y volver a casa. Así simplemente. Sin más ostentación, sin mayor complejidad. ¡Claro!... a algunos nos llevará más tiempo que a otros, todo depende de nuestro trabajo espiritual y de nuestro crecimiento interno.
Tener, es la consecuencia de Ser y Hacer. No me refiero a tener “cosas”, porque si el significado de nuestra vida en la Tierra fuera poseer cosas materiales, al irnos de este Planeta podríamos llevarnos las casas, los autos, las joyas, el dinero, la ropa, etc. Me refiero a tener conciencia, amor incondicional, sabiduría, felicidad, paz, armonía, libertad en todos los sentidos, y nada de esto se compra con dinero.
Jamás he conocido una tienda donde se pueda comprar un kilo de conciencia, un metro de amor, un litro de felicidad o un kilometro de sabiduría. Eso sólo se alcanza cuando vivimos en conexión con mostros mismos y con el resto del Universo. Cuando somos capaces de comprender que nuestro cuerpo físico, el ego y los apegos, forman parte solamente de nuestra experiencia humana, porque lo que verdaderamente somos es un alma, un espíritu que trasciende este mundo material. Por eso, las etiquetas están en las tiendas, en las cosas materiales. En lo que sí se compra con dinero.
Recordar… ¡eso es!... ¿cómo?... pensando por nosotros mismos, buscar nuestra propia verdad no la que nos impone una religión, un maestro, un libro, un taller, un curso o un sitio de Internet. Escuchar a todos, leer todo y hasta utilizar lo que nos ofrecen los comerciantes del espíritu, pero al final, el trabajo interno es personal. Porque todo lo que hemos sido, somos y seremos, está dentro de nosotros mismos. Para recordar es preciso desmenuzar, analizar, meditar y discernir lo que es nuestra verdad. A la que llegamos después de andar un buen trecho del camino.
Acompañarnos en el camino sin prejuicios, sin el ego de sentirnos “más evolucionados”, sin colgarnos “etiquetas”, porque alguien que ha despertado verdaderamente a la conciencia, no necesita de eso. Todos somos compañeros del mismo camino y cada quien lo andará a su tiempo y a su manera. Todos somos maestros, porque dentro de cada uno habita nuestro “Yo Superior” que es nuestra conciencia, nuestra esencia. Es quien guía nuestros pasos por la vida y nos ayuda a encontrar nuestra propia verdad. Porque un “maestro o gurú” de los muchos que hay por todo el Planeta, puede transmitir el saber pero no la sabiduría. Esta se alcanza de acuerdo a nuestro propio trabajo interno. Sólo podemos acompañarnos en el camino uno a otros y compartir lo que somos, respetando la verdad de los demás.
Finalmente, todos, absolutamente todos los seres humanos que habitamos este Planeta, estamos aquí porque debemos evolucionar como almas a través de nuestra experiencia humana y para esto, no es necesario colgarse “etiquetas”. Venimos precisamente a librarnos del ego y de los apegos y a vivir el amor incondicional. Cuando seamos conscientes de ello, habremos encontrado el significado de nuestra vida y cuál es nuestra misión. Entonces y sólo entonces, viviremos en un Mundo de paz y armonía, en la conciencia de que todos somos UNO.
Aandrea Vogt
Julio 14, 2011
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