Este capitulo parte de una incógnita que nos remonta al inicio de los tiempos, donde existía sólo el vacío del cual se produce la vida, el origen del mundo y su evolución
Desde el nacimiento de la historia , cada cultura ha encontrado una respuesta al misterio de la existencia, y en muchas de ellas el principio femenino es la fuente de la creación de todas las formas de vida sobre nuestro planeta, evidentemente la posición de los científicos reconoce que en el principio existía el gran vacío, y lo que desde una cosmovisión ancestral era el momento inicial del amor cósmico, los físicos lo llamaron el "Big Bang" y desde una perspectiva que entrelaza la teoría creacionista y evolucionista se establece que hace unos cuatro y medio billones de años el planeta Tierra se puso en órbita como el tercer planeta en torno al sol.
En el transcurso de millones de años de evolución apareció la vida bajo complejos sistemas que requerían diversidad y cooperación con el fin de garantizar la supervivencia.
Las ancestras y ancestros totémicos y tribales pertenecían a grupos específicos. Así existe el "pueblo serpiente", "el clan del oso", etc... Cada grupo desciende de una serpiente original universal o de una osa universal, etc. El clan al que hemos pertenecido en nuestra primera encarnación en la Tierra. Las ancestras y ancestros primordiales son seres sobrenaturales que pertenecen a los distintos mitos de creación en el mundo, quienes crearon la Tierra y las estrellas e influencian y sostienen todas las formas de vida a través de las eras. Hay tantos mitos de creación como culturas en el mundo, pero también hay algunos que son universales.
La Gran Madre promete abundancia, nacimiento, crecimiento, armonía, comunidad y relación. Fue la proveedora original, la socializadora, la madre ?amante- maestra significa el desarrollo de la agricultura y las primeras civilizaciones surgidas durante el Neolítico.
La estatua que se muestra a la izquierda fue esculpida en la arcaica ciudad de Catal Hüyuk (actualmente, Turquía), unos 20.000 años más tarde que la Venus de Laussel. Como Marija Gimbutas observa, "la temprana agricultura debe haber crecido alrededor del altar de la Diosa Madre, el que así se convirtió en centro social y económico, al mismo tiempo que lugar sagrado, germen de las futuras ciudades.
En el período de la historia cuando se produce la retirada de los hielos y aparecen nuevas tierras, los grupos humanos existentes empezaron a emigrar y entremezclarse. En el mundo antiguo se concebía a la Tierra como un cuerpo vivo, un ser vivo, reconocido desde el comienzo de los tiempos como la Madre Tierra. El poder de la vida tiene su origen en el contenido de la naturaleza.
Hace cincuenta mil años nuestros antepasados comenzaron a dejar huellas de su linaje, de sus creencias, costumbres, de su forma de relacionarse en el entorno natural de esa época en el que se extendían valles cubiertos por plantas comestibles y variedad de frutos, rebaños grandes y aves migratorias, ríos, arroyos puros, llenos de una variedad de peces. Pequeños grupos se asentaron en gigantescas cavernas de Francia, Suiza, España, Palestina, en las que se protegían de las adversidades del tiempo y posibles amenazas de animales.
Lo que se puede observar en el Paleolítico es la existencia de una cultura que se prolongó al menos durante 50.000 años con una figura central, la Gran Madre, que instituyo una cultura artística, el amor a la vida, la creencia en el más allá, una relación simbiótica con los animales, las plantas, un profundo respeto por los ciclos naturales de la Tierra y la mujer que aseguraba la continuidad del grupo, garantizaba y protegía la fecundidad y la abundancia.
Las primeras comunidades primitivas llamados clanes se asentaron, en medio de la naturaleza la cual les proveía de todo alimento, las que en gran parte del mundo no tenían grupos elite, ni propiedad privada, compartían por igual la tierra, los alimentos, las mujeres, los hombres e hijos. No tenían la idea de protegerse contra la violencia o el ataque de otros grupos, en este tiempo se podía tomar libremente los frutos, y la caza era abundante, estas culturas muestran signos de una convivencia pacifica, sin armas, no se conocía la guerra, la violación, la invasión, el robo y en todos estos grupos la concepción de la Diosa era fundamental.
Así el ser primitivo tenía una conciencia sobre su alma, su cuerpo, sobre los árboles, las estrellas, el trueno, y todos los fenómenos del mundo exterior, tenían una participación mística, en la que la fertilidad era imperativa en la vida, era sinónimo de poder y esto pesó en la importancia de los misterios de una época en la que la magia de las mujeres dominaba el plano temporal y también el espiritual.
La relación de respeto que se establecía entre el hombre primitivo con la mujer era por el símbolo que representaba, igualmente como la tierra era fecunda, la mujer tenía este don de dar frutos, y ella era la encargada de la supervivencia de la especie.
Martín-Cano tiene dice al respecto: "En este proceso evolutivo se puede comprender que el ser humano es un ser social, con capacidad de organización para enfrentar desafío, es en este momento donde el poder erótico de la mujer fue uno de los motores de socialización de los clanes humanos, por el hecho de estar en contacto con su desarrollo emocional y sexual, daba cohesión y fortaleza al grupo. Los vínculos sociales estaban ligados al instinto natural, y se observa una gran organización de las mujeres para solucionar las dificultades que se les presentaba en el parto, el cuidado, la crianza, lo que pone de manifiesto una especie de hermandad de las mujeres".
FAMILIAS MATRICÉNTRICAS
Los primeros grupos humanos serían familias matricéntricas, grupos estables que se compondrían de madre y sus bebés, igual que las familias de los primates.
Las madres son las que les han procurado la mayor parte de los alimentos diarios y han creado fuertes vínculos de manera permanente. En los grupos prehistóricos humanos, la madre sería de mucha importancia, ya que tenía la capacidad de crear vida, de sustentar la vida, de perpetuar la especie humana.
La agricultura primitiva se inicia con las mujeres, debido a su conocimiento y relación intima con los ritmos de la naturaleza, y las plantas, esta actividad marca un avance radical en la relación con el entorno y los miembros de las tribus.
2. Primeros Indicios de organización social en los pueblos del mundo.
3. El Matriarcado como primera coyuntura de la mujer en la sociedad.- Concepciones religiosas, esotéricas y místicas.
En estas culturas tempranas tanto en el paleolítico y el neolítico las mujeres ejercían una importante posición en la estructura social comunitaria y constituían el elemento primordial en la familia. Además el arte y el modo de subsistencia que se desarrollaba nos muestran un profundo respeto por la vida, por la deidad femenina que manifestaba abundancia, fertilidad y prosperidad en todo cuanto tocaba. La estructura social de estas culturas al parecer igualitarias y no jerárquicas, un modelo armonioso de coexistencia, sin impulsos agresivos ni de competencia se ligan a las características esenciales de un sistema matriarcal.
"La era matriarcal, un período en el que nuestros antepasados femeninos influyeron de modo importante sobre la sociedad y sobre las mujeres mismas. Los valores predominantes eran por entonces los valores de las mujeres, un tiempo en el que se concebía la armonía a partir de la naturaleza cíclica interior, un tiempo en el que se valoraban las intuiciones y los sueños. Era una de las religiones más viejas del género humano en donde los valores femeninos y masculinos no estaban polarizados."
En la imagen de la Madre Paz, la Emperatriz como Gran Madre representa a la Tierra desde donde nace toda la vida y adonde retorna al final del ciclo natural. Las primeras estatuas de este tipo fueron pequeñas figurinas de "Venus" embarazadas, que pertenecen a la Edad del Hierro en Europa y Rusia (alrededor de 30.000 años a. C.). Estas pequeñas figuras no poseen rasgos distintivos de cara, manos o pies, evidenciando claramente que su importancia reside en sus pechos llenos y en su vientre abultado.
La fertilidad de la Madre y la fertilidad de la Tierra en estas culturas primitivas siempre están conectadas, desde el Paleolítico cuando se cazaba y recolectaba el alimento hasta los tiempos de la agricultura, cuando se cultivaban granos y se domesticaban animales. Así, el toro representaba tanto a la antigua domesticación de animales protectores, como el signo astrológico y la constelación de Tauro. Este, astrológicamente, es "el signo de las madres" y está vinculado con las Pléyades y Venus, el planeta regente de la Emperatriz.
La fusión entre espíritu y materia, la Diosa dentro del cuerpo. En las civilizaciones primitivas, el ritual estaba integrado al ciclo de plantación y cosecha, nacimiento y muerte, un homenaje ofrecido a la Gran Madre por su regalo de fertilidad. Como en el caso de Catal Hüyuk, las ciudades fueron construidas sin fortalezas, sugiriendo que la gente había encontrado caminos pacíficos para compartir el espacio. La propiedad era de posesión común y transmitida por línea femenina representada en la sacerdotisa y el templo, exactamente como hoy día la descendencia matrilineal es reconocida entre algunas culturas africanas y nativas americanas.
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