La luz de Dios me rodea.
En este día, cuando la mitad de nuestro planeta experimenta el día más largo del año y la otra mitad el día más corto, decido celebrar la luz del sol. Sus rayos me brindan calor, su luz me nutre y me maravilla ver como hace que todo a mi alrededor resalte. La presencia del sol ejemplifica el orden divino del universo, el cual es tanto una constante en mí como lo es en los cielos.
Dios en la luz que me rodea, el amor que me envuelve, el poder que me protege y la presencia que vela por mí. Celebro con agradecimiento la luz del sol que da vida al planeta y la luz de Dios que me da vida a mí. Comparto mi Luz al ser una presencia de bien.
En este día, cuando la mitad de nuestro planeta experimenta el día más largo del año y la otra mitad el día más corto, decido celebrar la luz del sol. Sus rayos me brindan calor, su luz me nutre y me maravilla ver como hace que todo a mi alrededor resalte. La presencia del sol ejemplifica el orden divino del universo, el cual es tanto una constante en mí como lo es en los cielos.
Dios en la luz que me rodea, el amor que me envuelve, el poder que me protege y la presencia que vela por mí. Celebro con agradecimiento la luz del sol que da vida al planeta y la luz de Dios que me da vida a mí. Comparto mi Luz al ser una presencia de bien.
Sale el sol y se pone el sol, y se apresura a volver al lugar de donde se levanta. —Eclesiastés 1:5
Fuente: Semillas de Luz
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