Todo el mundo aquí en la tierra ha entablado relaciones especiales, y aunque en el Cielo no es así, el Espíritu Santo sabe como infundirlas de un toque celestial aquí..
Todas nuestras relaciones especiales llevan un contenido de miedo, van vestidas de culpa, y por eso tenemos tantos altibajos en todas las diferentes clasificaciones de relaciones que hacemos desde la forma. El amor en ellas va impregnado de necesidades, unos a otros vamos llenando esas necesidades desde el ego, más no se relacionan desde la elevación del Espíritu para que sean bañadas con el toque amoroso de comprensión, de bondad, de tolerancia, de fortaleza, de unión, y sean las relaciones convertidas en experiencias educativas para que apunten a la verdad, hacia el amor verdadero, el cual no tiene substitutos, ni necesidades.
Cuando substituimos un aspecto del amor por otro, hemos clasificado el amor en uno de más valor y el otro de menos valor. Al hacerlo, marcamos separación entre ambos y en nosotros mismos.
Dentro de un instante santo nadie es especial, porque nuestras necesidades se las entregamos al Espíritu, liberando a los hermanos de los roles especiales, como también nos liberamos de nuestros roles especiales, y nuestras percepciones son eliminadas y en su lugar el Espíritu las substituye con Su Propio marco de referencia, bendiciéndolas.
Cuando substituimos un aspecto del amor por otro, hemos clasificado el amor en uno de más valor y el otro de menos valor. Al hacerlo, marcamos separación entre ambos y en nosotros mismos.
Dentro de un instante santo nadie es especial, porque nuestras necesidades se las entregamos al Espíritu, liberando a los hermanos de los roles especiales, como también nos liberamos de nuestros roles especiales, y nuestras percepciones son eliminadas y en su lugar el Espíritu las substituye con Su Propio marco de referencia, bendiciéndolas.
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