martes, 24 de febrero de 2009

Así oraban nuestras abuelas y abuelos..


“¡oh tú, Tz’aqol, B’itol! ¡Míranos, escúchanos! ¡No nos dejes, no nos desampares, oh Dios, que estás en el cielo y en la tierra, Corazón del Cielo, Corazón de la tierra! ¡Danos nuestra descendencia, nuestra sucesión, mientras camine el sol y haya claridad! ¡Que amanezca, que llegue la aurora! ¡Danos muchos buenos caminos, caminos planos! ¡Que los pueblos tengan paz, mucha paz y sean felices! ; ¡y danos
buena vida y útil existencia! ¡Oh tu, Huracán, Chipi Caculhá, Raxa Caculha, Chipi Nanauac, Raxa Nanauac.”


“¡Oh tú, hermosura del día! ¡Tú, Huracan; tú, Corazón del Cielo y de la Tierra! ¡Tu, dador de la riqueza, y dador de las hijas y de los hijos! Vuelve hacia acá tu gloria y tu riqueza; concédeles la vida y el desarrollo a mis hijos y vasallos; que se multipliquen y crezcan los que han de alimentarte y mantenerte; los que te invocan en los caminos, en los campos, a la orilla de los ríos, en los barrancos, bajo los árboles, bajo los bejucos. Dales sus hijas y sus hijos. Que no encuentren desgracia ni infortunio, que no se introduzca el engañador ni detrás ni delante de ellos. Que no caigan, que no sean heridos, que no forniquen, ni sean condenados por la justicia. Que no se caigan en la bajada ni en la subida del camino. Que no encuentren obstáculos ni detrás ni delante de ellos, ni cosa que los golpee. Concédeles buenos caminos, hermosos caminos planos. Que no tengan infortunio, ni desgracia, por tu culpa, por tu hechicería. Que sea buena la existencia de los que te dan sustento y el alimento en tu boca, en tu presencia, a ti, Corazón del Cielo, Corazón de la tierra, envoltorio de la majestad. Y tú, Tohil; tú Avilix; tú, Hacavitz, bóveda del cielo, superficie de la tierra, los cuatro rincones, los cuatro puntos cardinales. ¡Que sólo haya paz y tranquilidad ante tu boca, en tu presencia, oh Dios!”



Recinos Adrián, El Popol Vuh, Fondo de Cultura Económica, Mexico 1947

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