domingo, 15 de febrero de 2009

Experiencia en el Día Wo´o Kamey



Kajkan Felipe Mejia Sepet
Maya Kaqchikel



Ayer tuve mi experiencia de conciencia acrecentada en día 5 Kame. Estaba dispuesto a comunicarme con él porque a través de las ceremonias y mi wäch q’ij; cada vez que necesitaba alguna enseñanza, instrucción o fuerza de su parte, sólo con llamarlo con el corazón y la mente, allí estaba conmigo. En cualquier momento, en cualquier espacio.

Todo se debe a la energía afín que nos une, siempre necesito de la ayuda y la fuerza de ellos. Salí de mi casa desde la mañana pero pasé con varios amigos y perdí (¿acomodé?) mi tiempo con ellos. Compré materiales para ceremonia y llegué al lugar en donde viven dos abuelos espirituales. Pasé primero a la casa del abuelo Waqxaqi’ B’atz’ a saludarlo e invitarlo con algunas velas a que me acompañara y pidiéndole permiso para bajar a visitar a la abuela.

En el trayecto del camino hacia la casa de la abuela recogí algunos hongos, algunas plantas, escuchando al río bajar hacia el oriente y a algunos pájaros. Pero había uno especial que da la bienvenida a todos a quienes llegan a la casa de la abuela; una paloma montés que con voz grave y de mucha sabiduría, una voz ceremonial, diciéndome man katzaq ala’ (no te caigas muchacho).

La última vez que habíamos llegado con otro compañero, el sitio estaba muy confortable pues todo estaba cubierto de matorrales, solo estaba el centro y la Mesa Ceremonial, y supuse que así lo encontraría, pero no; todo el matorral estaba destruido y tirado, el centro energético estaba completamente descubierto y se podía ver a una larga distancia. El procedimiento que tengo para dicho espacio en la casa de la abuela es; arreglar el espacio como barrer y sacar la maleza para dejar "limpia su casa".

En el centro está el espacio para hacer el fuego ceremonial, normalmente me siento, dándole la espalda al oriente, me queda el espacio del fuego y el poniente como mi espacio visual para recibir mensajes, además hacia el sur queda la energía esencial del lugar: el agua del río y finalmente, complementándola, la mesa de la abuela Waqxaqi’ Imox (energía relacionada con el elemento agua) que está frente a un árbol.

Preparé todo, poniendo varios tipos de copal, incienso, candelas de todos los colores, dulce, azúcar y todo lo demás. Usé entonces tabaco para entrar en contacto con los abuelos. Cuando comencé a elevarme, sentí primero un miedo de ser visto.

Todo se concentró en prejuicios pues pensaba qué iban a pensar de mí al estar haciendo una ceremonia en ese lugar. Estaba hincado y me paré para levantar algunos matorrales que solo estaban tirados para cubrir(me) un poco el espacio en donde estaba para que no me vieran porque por la hora, sabía que de un momento a otro iban a pasar algunas personas por ahí. Y lo hice con temor porque recordé que una vez habían dejado un trozo de cartón en donde habían escrito algo de la Biblia, diciendo que aquello que hacíamos en ese espacio era "pecado". Pero después de pensarlo, ya no me importó mayor cosa pues de nuevo me hinqué y encendí la ofrenda que había llevado.

El Abuelo Fuego desde el principio empezó a hablarme al decirle a la abuela de ese centro de energía que estaba de nuevo con ella por la razón de que una persona le había mandado una ofrenda de agradecimiento y a la vez pedía su bienestar, además de que en ese momento, de mi parte regresaba como se lo había prometido.

De nuevo me puse ansioso ya que al ver a mí alrededor para buscar el báculo para mover los materiales del fuego, no estaba en el sitio en donde siempre lo había dejado. Me levanté de nuevo y busqué otro, pero el miedo y la desesperación seguía creciendo en mí pues no encontraba nada que pudiera servirme. Busqué por todos lados y nada. Sentía como si todo estaba en mi contra.
Luego de dar vueltas, encontré uno que no servía porque al doblarlo se rompió. Tuve que respirar profundamente y al regresar frente al Abuelo Fuego, allí frente a mí encontré uno que estaba bueno. De nuevo me hinqué y me sacudí esos sentimientos que me confundían, y desde ese momento me concentré en lo pretendía hacer. Invoqué a todas las fuerzas y sentí cuando cada uno fue llegando.

Las fuerzas de los cuatro puntos cardinales, el gran abuelo al que siempre invoco también estuvo presente, invoqué a los cerros, a las montañas, pero aún así, sentí que todo lo estaba haciendo de manera inconsciente y maquinal porque había mucho ego en ello. Me sentía desconectado y mis miedos se reflejaban en ese momento cuando de nuevo pensé en otras cosas que no se relacionaban con lo que hacía en ese momento.

De nuevo aclaré mi voz interior y centré mi atención en el Abuelo Fuego y pensé que estaba en ese lugar y tiempo para aprovecharlo al máximo; viendo hacia el cielo que estaba con algunas nubes blancas me disculpé con nuestro Creador pues hasta ese momento reconocí que esa era mi manera de agradecer la vida y todos los favores que me concedía cada día. A partir de ese momento entonces ya solo sentí paz, ya nada de miedo. Mi ser interior me dijo también que debía llamar a otras fuerzas y ellas me hicieron llegar al pensamiento otras más con quienes conjunté una gran energía.

Pero faltaba el wäch q’ij, el nawal del día, a quien le di mayor momento. Le hablé de quien había mandado su ofrenda y luego le agradecí todas esas veces que me concedió, no solo su fuerza sino también su sabiduría y que a través de su energía haber conocido diversas personas que reflejan su fuerza.

La abuela me habló a través de los pájaros quienes me acompañaban en ese momento con su canto. El Abuelo Fuego fue creciendo y el calor me daba mayor energía. Había sacado mi Envoltorio Sagrado para que recibiera la energía necesaria y luego las aguardé porque en un momento, los pájaros me avisaron que se acercaban algunas personas y me sentí feliz de tener a amigos incomparables y fuera de lo común.

En ese momento, pasó una niña que me sonrió, un señor y una señora que me saludaron. Era una familia. Pensé, ¿porque tener miedo? Haber guardado mi vara significó en ese momento no mostrar mi tesoro. Cada vez que ofrecía otra parte más de la ofrenda y le pedía favores a todas las fuerzas que había invocado, ellos con gusto, respondían. Sentí deseos de cantar, el deseo de danzar. Y tuve mi primera experiencia de usar un canto ceremonial, el canto para el nawal Kame.

Fue la primera vez también que mi nawal se hizo uno con el Abuelo Fuego, que a final de cuentas era parte de él y él de mí. Con el movimiento de mis manos el Abuelo Fuego danzó al compás en ese momento. Tuve que cerrar los ojos pues era una sensación extraordinaria de bienestar y paz al ver cómo el Abuelo Fuego y el humo blanco giraban según el movimiento de mi mano; lenta o rápidamente. Puedo decir que fue una experiencia muy positiva y placentera para mí. La abuela me trató muy bien, después de haberle pedido disculpas por dejarla sola por algún tiempo y que además, el día estaba planteado para aquella experiencia con del día Kamey.

Desde luego que volveré a su casa en su momento...

Iximché, Tecpán Guatemala
Consejo de Autoridades Tradicionales Mayas
"Kaji’ Imox – B’eleje’ K’at"

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