lunes, 5 de enero de 2009

Tu Amigo del Camino

Las Reglas del Camino

El Camino se recorre a plena luz del día, la cual es proyectada sobre el Sendero por Aquellos que saben y guían.

Nada puede ocultarse... y en cada vuelta de ese camino,el hombre debe enfrentarse a sí mismo.

En el Camino... lo oculto es revelado.

Cada uno ve y conoce la villanía del otro.

No existe otra palabra que designa la estupidez y la vileza no reveladas; la burda ignorancia y el propio interés...características sobresalientes del aspirante común.

Sin embargo, a pesar de esa gran revelación,no es posible volver atrás, despreciar a los demás, ni vacilar en el camino.

El camino va hacia el día.
El Camino no se recorre solo.

No hay prisa ni apremio.

No hay tiempo que perder.

Cada peregrino sabiéndolo, apresura sus pasos y se encuentra rodeado por sus semejantes.

Algunos logran pasar adelante... él los sigue.

Otros caminan detrás... él marca el paso.

Pero no camina solo.
Tres cosas debe evitar el peregrino.

Llevar un capuchón o velo, que oculte su rostro a los demás.

Un cántaro que sólo contenga suficiente agua para sus propias necesidades.

Y un báculo sin horqueta.


Cada peregrino en el Camino debe llevar consigo lo necesario.


Un brasero para dar calor a sus semejantes.

Una lámpara para iluminar su corazón y mostrar a sus semejantes la naturaleza de su vida oculta.

Una talega de oro que no ha de esparcir en el Camino... sino compartirlo con los demás.

Una vasija cerrada donde guarda todas sus aspiraciones para arrojarlas... a los pies de Aquel que espera en el portal para darle la bienvenida.


A medida que el peregrino recorre el Camino, debe tener:

el oído atento...

la lengua silenciosa...

la voz áurea...

el corazón casto...

el pie ligero...

y el ojo que ve en la Luz... abierto.

Él sabe que no camina solo.
Esta traduccion es lo mas apegada a la antigua y simbolica forma expresadas en "Las reglas del sendero" disponibles en el "Aula de sabiduria"



Buen Camino PEREGRINO, sigue las señales de tu corazón.


Se como el Cedro, que aromatiza el hacha del leñador... (Un Sutra del Corán)

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