sábado, 19 de julio de 2008

“HACER EL CAMINO O QUE EL CAMINO, DESDE SU LIBERTAD TE HAGA”


Soy un caminante...
No se muy bien como me llamo pero camino, luego vivo. Tengo una brújula y veo señales en el camino. Puedo seguirlas o no. Este dilema me habla de la libertad para elegir la dirección de mis pasos existenciales.

DURANTE EL CAMINO Y MAS ALLA DE UNO MISMO

¡DESPIERTA Y CAMINA!

Vivimos en un mundo lleno de atavíos, responsabilidades y compromisos, donde cada estructura de la sociedad te pide vivir de tal o cual manera. Tomar actitudes de padres, hermanos, amigos, etc. Para lograr pertenecer a un grupo social.
Hombre o mujer están siendo adormecidos por una cultura de consumo en la cual se propicia la evasión de uno mismo y de los problemas sociales, o la alineación a través de la cual no ocupamos tanto de algo, que no nos apartamos, nos hacemos ajenos a nosotros mismos. En esta cultura se propicia que la mujer y el hombre estén dormidos, es decir, inconscientes a su realidad, a la realidad. Estar dormidos es no darse cuenta de nada por que nos hemos evadido de aquello que requería nuestra atención mas comprometida o porque nos hemos alineado en aspectos o dimensiones de la vida que nos apartan de nuestra verdad, que nos hacen vivir con nosotros mismos como unos extraños.

El hombre y mujer, cuando caminan, cuando viajan, frecuentemente solo cambian de escenario, de paisaje, pero no se cambian a si mismos, rara vez viajan al interior de si mismos. El cambio de escenario, de paisaje inducen en nosotros la ilusión de vivir, de cambiar, de fluir, pero en realidad se da un inmovilismo psicológico con marcos distintos que nos engañan y a través de los cuales engañamos a los demás.
Para vivir de verdad necesitamos viajar al interior de nosotros mismos. Asistir con asombro a nuestra continuidad discontinua, a nuestra identidad que se recrea a través de un crecimiento personal y social. Necesitamos conocernos para desde ahí, dialogar, con verdad, con el entorno, para vivir con autenticidad nuestros pasos por los distintos caminos de la vida.

¿Por qué necesitamos viajar al interior de nosotros mismos? Por que “todo fluye”. El rio de tu vida no lo puedes frenar con un dique (ideológico, afectivo, existencial, religioso…). Tu vida nace de su fuente, sigue su cause y, si quieres ser consciente, tienes que fluir con ella, sin que te asusten los rápidos o las cascadas, sabiendo descansar en sus remansos, alimentar sus acequias, recibir sus afluentes y dirigirte con una conciencia serena hacia el mar. No debes anclarte en ninguna idea, persona, situación, experiencia, que te impida fluir, navegar, abrirte a la vida que tú haces y a la vida que te hace.

No se trata del camino por el cambio, por la moda, por la presión grupal o cultural. El cambio compulsivo te lleva también lejos de ti mismo, de ti misma. Viajar al interior de tu persona es buscar la identidad que te permitirá decir tu palabra autentica a la vida.

El camino hacia la verdad pasa por ti mismo. San Agustín ya los subrayaba cuando aconsejaba, “no vayas fuera, vuelve a ti mismo, en el hombre interior habita la Verdad”. Muchas señales nos indican que el verdadero camino esta dentro de nosotros mismos.

¿De que le sirve al hombre hacer todos los caminos de la tierra si no ha viajado nunca hacia si mismo?

A través del tiempo hemos conocido a Santos, hombres y mujeres que al despertar se han hecho peregrinos y al peregrinar lo han hecho al interior de si mismos, despertando a la verdad y a la vida. Francisco de Asís, al peregrinar a Santiago, encuentra la pobreza en el camino y al final del mismo a Cristo pobre, razón y sentido de su vida. Ignacio de Loyola se llama así mismo “el peregrino” y recorre toda Europa desde el interior de si mismo y mucho mas desde el Dios que habita en el.

Jerusha

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