sábado, 8 de noviembre de 2008

PUERTA DE LAS LUNAS


Texto inspirado por la Tradición Sioux- Lakota


¡Gracias a Archie Fire Lame y a Wallace Black Elk!

El la tradición occidental, no deberíamos hablar de la “puerta de las lunas” si, nuestras madres y abuelas, hubieran transmitido a sus hijas lo que sus Ancestros practicaban desde infinitas generaciones.

A título individual ellas no son la causa fundamental ya que ellas mismas no han recibido transmisión alguna sobre las reglas del intercambio interior inducido. Con frecuencia las madres dicen a sus hijas: “ Es un momento como cualquier otro”. A fuerza de escucharlo, desgraciadamente las hijas terminan creyéndolo. No, en este caso no es así. En la Tradición Sioux-Lakota este momento es un estado de excepción en que la mujer tiene oportunidad de entrar la estado de vidente sanadora.

El concepto de “puerta de las lunas” es bello. Los Sioux –Lakota lo emplean y son sus autores. Ellos tiene tendencia a decir que la mujer es naturalmente vidente - sanadora y que, sus talentos adquieren su máxima expresión en las lunas. Así dicho, ¿quien entre ustedes lo cree?

Las lunas se anuncian entre el sexto y cuarto día anterior; una gran necesidad de soledad, a menudo nerviosa y agresiva, siempre con una importante carga emocional. En la Tradición Lakota ese era el momento en que las mujeres dejaban sus familias a cargo de las mujeres mayores o simplemente a los hombres e iban a la “casa de la luna”. Aquí descansaban acompañadas o aisladas según su elección.

Luego, cerca del tercer día anterior eran invadidas por enormes soplos de emociones. Con arte se conectaban al mundo que las rodeaba, dejándose llevar hacia la percepción y oraban para recibir sueños y visiones. Era un momento crítico debido a la lucha de la no-aceptación consciente o inconsciente, negaciones, aprensiones o menosprecios; entraban dentro del magma planeando, semi-adormecidas, sin conciencia de sus cuerpos físicos ni perceptivos, olvidadas de su cuerpo emocional y sobrevivían. El riesgo del desgaste es importante porque ese estado a menudo implica un importante trance chamánico.

Ciertas mujeres son entonces como “inundadas” o “invadidas” de poder. Si estuvieran sufriendo ese estado, desgraciadamente ese poder tiene fuertes chances de ser manipulado por el magma de las fuerzas oscuras del sufrimiento oculto, de los temores escondidos o de los odios secretos. Ese poder deviene destructor en lugar de ser portador de visión y sanación. Este es el aspecto más temido por el masculino, ese “descontrol” que les provoca temor y que lo llevado casi en todos los tiempos a marginalizar a la mujer de la vida social.

Respetar las lunas es utilizar la energía provocada por este soplo de emociones y usarlas para “percibir”. En tiempos antiguos las abuelas, para ayudar a dominar esos estados, usaban ciertas respiraciones especiales y simples, algunas felizmente aún conocidas y ciertamente muchas otras astucias que yo ignoro.

Era a partir de ese estado en que la puerta de las lunas se abría y ellas devenían sanadoras. Esto podía durar hasta dos días antes de finalizar su período de sangrado, luego se esfumaba lentamente.

Un hábito interesante era que, cuando alguien necesitaba una sanación iba hasta la casa de las lunas y, desde el exterior, imploraba. Una mujer se aproximaba y, separadas por la piel de un bisonte, la tocaba. La sanación tenía lugar.

Archie me enseñó un pequeño ritual para las primeras “lunas” de las jóvenes. Se hace en las primeras lunas y debe ser practicado por la joven mujer acompañada de su madre y/o un Hombre Medicina o una “madrina”. Juntos se dirigen hacia un rincón de la naturaleza, cerca de un álamo, pero también otra especie puede ser útil. Luego de la invocación a las seis direcciones hecha por el Hombre Medicina o la madrina, se ofrenda el tabaco al árbol ya que cuando se quiere pedir algo, primero debe ofrecer. Luego, la joven mujer toma un algodón impregnado de su primera sangre y la coloca en el hueco de la bifurcación de una rama pidiendo al Espíritu que su noche y su sueño le den una visión.

El ritual finaliza con un canto de agradecimiento al Espíritu.

Oh mita kuyé oyassin !


Agradecemos el texto al Sr. Jean Claude Flornoy
http://www.letarot.com/

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