sábado, 16 de enero de 2010

TU PAREJA TE ESTA ESPERANDO...



De vez en cuando se escucha...
-Yo de èl no me puedo olvidar. Haga lo que haga èl, o haga lo que haga yo. Asì estè èl en Estocolmo yo en Tierra del Fuego, hay algo que nos une, y que no se corta, y que extrañamente se alimenta de algo que no sè què es. Y cuando nos vemos, parece que se reintegrara el mundo. A nadie nos sonreìmos como a nosostros, de nadie recibimos su mano como si nos estuvieran devolviendo la alegrìa que perdimos. Seguramente venimos unidos desde vidas anteriores, porque èste no es un conocimiento nuevo. Como si vinièramos de la misma sangre, como si nos hubieran desgajado de la misma alma.

Muchos hombres y mujeres que hacen regresiones a vidas pasadas para saber de dònde se conocieron, còmo, cuàndo, de què manera, de que antiguas aventuras viene su cauce vertièndose juntos, y què es lo que los ha separado, y por què si estàn separados no dejan de añorarse y de reencontrarse.
Descubren, una y otra vez, que partes fundamentales de su personalidad, de sus gustos, de sus anhelos, de sus risas compartidas, de sus tendencias màs superficiales y de las màs profundas, de sus valores y de sus ideales, han crecido entrañablemente unidas, y que, como ramas de un àrbol poderoso, es imposible separarlas, solo saben que viven por un lado haciendo sus vidas, y por el otro, en lo màs hondo, haciendo su vida, una vida comùn, aunque no se vean.

Algunos, pocos, se animan a intentar el reencuentro. En general, contra viento y marea. Porque aquello que los separaba, suele seguir estando allì, como obstàculo vigoroso que desafìa cualquier embate optimista. Pero, a los que se le animan a este casi imposible desafìo, les espea ua sorpresa que pocas veces se iguala con ninguna otra.

El amor permanece allì, intacto. El amor de los dos. Mantenido latente. Como una animaciòn suspendida. Porque mucho fruto aùn estaba esperando para dar. Y por eso se habìa guardado tan celosa, tan inviolablemente sostenido. Como un desafìo. sòlo apto para guerreros. Guerreros del amor.

Y como dicen los maestros toltecas a los escasos guerreros del amor y de la vida: Si no respondes al reto, igual te darìa estar muerto,

Algunos han respondido a este desafìo. Despuès de revivir en cuantas vidas se venìan encontrando, crecièndose, destrozàndose, dolièndose, ayudàndose a levantarse, aprendiendo juntos valiosas lecciones vitales que les hubiera sido imposible entender solos, alborozàndose, descubriendo las maravillas ocultas que sòlo les estaban destinados a los pocos que se animaran a intentar el reencuentro, y abrir una puerta inèdita y una nueva visiòn, esforzada, valerosa y plena, en sus vidas.

Porque el misterio del amor que se crece, no es para tibios.

Es sòlo para ardientes y pacientes apasionados capaces de retener los ìmpetus del entusiasmo que se quema como fuego fatuo, y seguir la cuerda lenta y poderosa del amor que se viene extendiendo a travès de los tiempos sorteando las dificultades. El amor que permanece, crecièndose. El que darà nuevos e insòlitos frutos, màs potentes y perdurables que un amor comùn.

El amor que permanecerà en el tiempo, porque son ellos los que se crecen en èl, sostenidamente, vigorosamente, sin claudicaciones, en una de las màs altas y develadoras aventuras humanas

Escrito por Martha Patricia - Semillas de Luz

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