martes, 2 de febrero de 2010

UN CAMBIO DE MENTALIDADES


Autor: Kajkan Felipe Mejia
Maya Kaqchikel

La desaparición de pertenencia cultural genera en los individuos la perdida de las posibilidades de saber "quien es" y fundamentalmente "hacia donde va".

En cada una de las culturas se concibe un tipo de espiritualidad, se concibe el espacio intangible de diferente manera. Una de estas concepciones es la hace la cosmovisión maya en donde la personas se vivencia a sí misma “parte de la naturaleza, del universo, de un todo”. En donde no existen barreras entre los seres humanos, la naturaleza y el universo. En donde el humano no es un ser aparte, ni está por encima de la naturaleza porque es parte de ella....

En eso se diferencia de otros pensamientos en que se establecen jerarquías, en donde se considera a los seres humanos “superiores” y por encima de la naturaleza o “distintos” de la naturaleza y sujetas al ser humano, predisponiendo de esa manera a crear una barrera mental de distinción entre los humanos y la naturaleza, en donde se cree en “un principio máximo o supremo” el cual gobierna todos los fenómenos y a todos los seres, en donde se interpreta todo de manera sistemática e ideológicamente.

El pensamiento maya ha vivido la práctica por milenios de que cada fenómeno tiene sus propios principios y aceptarlos tal como se manifiestan es parte del ubicarse cada uno en su espacio. Que al verlos a través de la lógica de seres humanos se le pierde el respeto a cada uno de esos fenómenos. Que entre los extremos, existe variedad de estados de ánimo y actitudes por cada uno de los seres, y que influyen también en el comportamiento de los demás.

Otros creen en un ser supremo absoluto y valores subordinados al mismo, y ese pensamiento ha generando el fundamentalismo. La concepción maya es flexible porque permite un amplio rango de valores y muestra tolerancia hacia lo que la otra concepción considera “malo”.

De la semilla, para brotar la planta, necesariamente tiene que morir para que surja una nueva vida. De la noche oscura nace el día. Del dolor surge la trascendencia.

Es importante resaltar entonces que la cultura, el contexto social e histórico tienen que ver con la cosmovisión de un grupo determinado de seres humanos.

La dualidad es uno de los componentes del pensamiento maya que consiste en la existencia de los extremos que hacen la unidad. De lo finito y lo infinito, de la tierra y el cielo, de la luz y la oscuridad, del calor y del frío, lo alto y lo bajo, lo visible y lo invisible, lo espiritual y lo físico, la calma y el movimiento, etc. En todas estas manifestaciones existe energía, la que solo se transforma en otros elementos. Así como sucede con el paso de la muerte a la otra vida. Cada una de las manifestaciones se complementa. Ruk’u’x Kaj - Ruk’u’x Ulew; esencia del cielo y de la tierra; la manifestación tangible e intangible (física y espiritual) de los elementos naturales que se hacen uno en el todo, porque todo tiene su parte física y espiritual y se complementan entre sí.

En el contexto de los discursos ceremoniales de los ajq’ija’ se puede evidenciar cuando, a través de la invocación de energías, fuerzas, guardianes cerros, barrancos y planicies, además de otros elementos, de esa manera evocan el espacio de la dualidad:

Tz’aqol – B’itol: Constructor, forjador
Jun Ajpu’ Wuch’ – Jun Ajpu’ Utiw: Cuidador, guardián
Tepew – Q’uq’umatz: Grandeza del cielo, de la tierra.
Ruk’u’x Choy – Uk’u’x Palow: Esencia de las lagunas, los mares.
Qati’t – Qamam: Abuelas, abuelos.
Ch’ip Kaqulja’ – Rax Kaqulja’: Pequeño Rayo, Verde Rayo.
Rajawal juyu’ – Rajawal Taq’aj: Guardián de cerros, Guardián de planicies.
Ajraxa Laq – Ajraxa Tzel: De la bandeja verde, de la bandeja redonda
Ixpiyakok – Ixmukane’: Abuelo del día, Abuela de la Noche.
Jun Ajpu’ Wuch’- Jun Ajpu’ Utiw: Guardián del Amanecer, Guardián del anochecer
Qatat q’ij – Qati’t Säq: Abuelo del sol, abuela de la luz

De ese mismo aspecto surge entonces la dualidad de mujer – hombre. Lo positivo y negativo. De la energía para producir luz, para producir vida. No pueden uno ni otro estar solo para generar vida, tampoco puede positivo con positivo, o negativo con negativo generar luz, creación. En la sabiduría maya todo va enlazado. Todo se complementa; dos abuelas, dos abuelos, madre y padre, tierra y semilla para el nuevo ser.

En el Pop Wuj se mencionan otros personajes que reflejan actitudes de dualidad:

Jun Kame – Wuqub’ Kame,
Xulu’ – Pakam,
Jun Junajpu’ – Wuqub’ Junajpu’,
Jun B’atz’ – Jun Chwen,
Jun Ajpu’ – Ixb’alamke’.

De acuerdo al principio de dualidad entonces es que en los distintos calendarios maya se definen en períodos positivos y negativos, altos y bajos; los que son previstos a través de cálculos matemáticos basados en los días. Sobre todo de la contemplación, que ha generado experiencia a lo largo de la historia.

En el ambiente energético, el espíritu y la materia, son dos mundos que se complementan y están en constante comunicación. El reto de cada ser humano es la búsqueda constante de los puntos en contacto entre ambos, aquellos que permitan mantener el equilibrio, necesario para el bienestar, que en el pensamiento maya lo vemos como la armonía con el interior del ser humano y su entorno.

El principio de la dualidad mujer–hombre es lo que debiera reforzar la unidad familiar en una sociedad que está basada en el consenso, en la solidaridad y los en pactos que tienen la finalidad del bien común, el equilibrio, la responsabilidad y la armonía familiar y comunitaria.

Esta manera de idear la vida ha ayudado a comprender el comportamiento de la naturaleza, el comportamiento de los cuatro elementos básicos que todas las formas de vida contienen, el cual es reflejado en los cuatros puntos cardinales al momento de las ceremonias, y Ruk’u’x Kaj, Ruk’u’x Ulew, la fuerza que hace posible la armonización de estos cuatro elementos.

El Gran Espíritu que nos lleva a cada uno de los seres hacia el centro de si mismo y luego nos remite armonizados a integrar el espacio que nos corresponde en el universo de colores, formas, sonidos, ritmos, dimensiones, sentimientos...

De esa manera entonces, al creer plenamente cual es nuestros rol de seres humanos, también asumimos que se puede vivir sin dañar, sin contaminar a la madre naturaleza, que es posible levantar altos edificios y construir ciudades concibiéndose a sí mismos como parte de la naturaleza y no como enemigo de ella, que la actitud es la integración de distintas disciplinas científicas para un solo fin; la armonización del todo.

La sobrevivencia y el desarrollo de cada ser humano dependen de la vida de otras más y de los seres que son y forman parte de la naturaleza. Ninguna persona sobrevive aislada de las demás, esto mismo sucede en todas las comunidades y el mundo en general. La persona es la integridad del “todo”; cada quien es parte importante del conjunto de la sociedad, de la naturaleza, del universo, porque cohabitamos en el mismo mundo. El equilibrio y la armonía personal es deber de cada uno de los seres humanos, cultivarlos para generar la complementariedad en donde nadie es mejor ni peor.

Somos diferentes por el color de nuestra piel, el lenguaje, nuestra espiritualidad, ocupaciones, gustos, pensamiento; pero como seres humanos compartimos y participamos de los elementos de la naturaleza y de la Suprema Energía que los maya llamamos Ajaw. Sobre todo porque todos poblamos un espacio definido de la Madre Naturaleza. El equilibrio debe prevalecer en el orden natural, social y cósmico para que los ciclos del tiempo no sean catastróficos, sino todo lo contrario; en donde todos mantengamos el respeto al espacio de cada uno de los seres, en convivencia armoniosa.

Ya estando al final de ciclo del treceavo b’aqtun, ya es obsoleto el esquema político de patriarcado que ha homogeneizado y reprimido. Es necesaria la instalación de bases de pensamiento colectivo que refleje la unidad, en donde se planeen metas y se generen sentimientos de enlace a un espacio territorial en donde la diversidad cultural y de género pueda transformar la estructura tradicional.

Que la base armoniosa sean los diversos respaldos legales de vigencia a nivel internacional como nacional a las autoridades indígenas que han mantenido el
conocimiento en los distintos campos de desarrollo, de espiritualidad, de protección de recursos naturales y el libre acceso a la aplicación del sistema jurídico de los pueblos.

Que los sitios sagrados, las tierras comunales, los patrimonios culturales, el ejercicio y práctica de la medicina y salud de los pueblos indígenas sean administrados por los mismos.

Que se de vigencia y cumplimiento a los convenios y tratados internacionales, convertidos en leyes nacionales relacionados a todas las formas de discriminación racial.

Que mujeres y hombres aporten armonía desde sus espacios dentro de la sociedad para el engrandecimiento y el desarrollo de su entorno comunitario.

Con lo anterior no se está diciendo que el género mujer se le ha dado los espacios que merece por derecho y que está ejerciendo el papel que le corresponde ya que en una sociedad patriarcal como la actual, es necesario revalorizar conceptos a través de consensos para ir alcanzando nuevos modelos en donde los seres humanos y la naturaleza sean quienes salgan beneficiados en todo este proceso de cambios fundamentales.

Es urgente el cambio de actitudes que nos ayude a sanar siglos de dolor y egoísmo que se ha reflejado en Nuestra Madre Tierra.

Chi Iximche’, chuwa Oxi’ Kamey (3Kimi),
Tecpán G. 01 de Febrero de 2010

1 comentario:

Anónimo dijo...

Saludos zuhuy Mayae, que interesante articulo. Todos somos hijos del mismo padre, gotas del mismo agua. Es preciso cambiar nuestras actitudes, las limitaciones que nos separan del resto de nuestros hermanos los hombres. Ya no hay vuelta atras el cambio es ahora. Muchas gracias por esta reflexion... abrazos Luz.